Pero sin duda lo más curioso, es que del fondo del agujero kárstico asoma una gran parra, con su cepa retorcida que escala por la roca y se abre paso hasta el terreno. Sobre la existencia de la parra en este lugar alejado y peculiar, he escuchado la teoría que apunta a algún animal salvaje o bien los que albergaba el corral cercano, que tras comer el fruto de la vid depositasen en este lugar las semillas a través de sus heces.
Esta pequeña cavidad apenas tiene profundidad, pues al final está totalmente colmatada de rocas de imposible acceso, de tal forma que desde el terreno se puede apreciar toda la oquedad entera. En cuanto a la entrada, no supera los dos metros de diámetro aproximadamente.